Tener el material adecuado es imprescindible, pero se debe acompañar el equipamiento con una buena técnica para que el ancla y demás elementos trabajen de la forma en que fueron diseñados para hacerlo.
Si el fondeadero es desconocido, o si no es del todo claro en qué lugar se habrá de fondear, se debe hacer primero una vuelta de reconocimiento durante la cual se medirá la profundidad, la protección del viento, y la ubicación de quienes serán los vecinos, observando cómo están presentados (al viento, la corriente o una dirección intermedia). Es bueno mirar en la carta o derrotero qué tipo de fondo existe e en el lugar escogido, para predecir el comportamiento del ancla, estimar cuánto va a garrear antes de prenderse, y determinar cuánto cabo o cadena largar.
Se debe elegir un lugar con suficiente espacio para bornear sin correr riesgos ni molestar a los vecinos que llegaron antes.
Lo siguiente es colocar el barco en el lugar en el que se desea que quede fondeado, en el rumbo en que se estima que presentará. Acto seguido, se debe avanzar un par de esloras o la distancia a la que se calcula que retrocederá el barco al estirarse la cadena o cabo y los metros que garreará el ancla antes de prenderse del fondo. No hay como conocer bien el barco, su ancla y el tipo de fondo para estimar esto correctamente, pero siempre se debe dar un margen de seguridad, cuidando particularmente de que esos metros que probablemente garree el ancla no impliquen que la embarcación quede demasiado cerca del barco de popa, o de rocas u otro peligro.
Muy frecuentemente, si la idea es fondear detrás de otro barco, se larga el ancla pegados a su popa, saludando cortésmente a quienes estén a bordo. Al retroceder y garrear unos metros el barco queda a la distancia correcta para no estorbar y que no se complique el levantar el ancla si el otro barco se queda allí más tiempo.
Aquí viene la parte más crítica de la técnica de fondear, y en la cual se equivoca la mayoría de las víctimas del ‘garreo crónico’: el cálculo de cuánto cadena o cabo dar. La receta es sencilla y está descrita en todos los textos de náutica: 3 a 5 veces la distancia de la delfinera hasta el fondo, pero sorprendentemente pocos lo calculan bien. En lugar de esa distancia toman la lectura del ecosonda para multiplicar por 3 (y redondean luego para abajo porque les parece exagerado). El error es no sumar la altura que hay desde donde está ubicado el sensor del ecosonda (salvo que lo hayan calibrado compensando esa altura) hasta la delfinera o portaespías donde trabajará el cabo del ancla. Esa suma debe ser previa a la multiplicación, por lo cual el error queda multiplicado por 3 o por 5.
Veamos un ejemplo típico de Isla Gorriti:
- Profundidad que indica el ecosonda: 3m
- Altura de la roda: 1.5 m
- Profundidad a la que se encuentra el sensor del ecosonda: 0.5
El ‘garreador crónico’ calcula la cadena o cabo que debe utilizar de esta forma: 3 x 3 = 9m y concluye: “con 7 u 8 m debe dar de sobra, pero como ayer garreamos vamos a darle 9 m, bien conservador como dice el librito”
El marino experimentado calcula de esta otra forma: (3 + 1.5 + 0.5) x 3 = 5 x 3 = 15 y resuelve “ vamos a darle el mínimo, es decir 15 m, porque está calmito y hay buen fondo, pero si hay viento o si está cerca de las rocas donde el fondo es más dudoso, calculará 5 x 5 = 25 m.
Como vecino, en la proa, siempre es preferible el segundo…
La siguiente preocupación debe ser que la cadena no caiga toda encima del ancla y se enrede, por lo cual, una vez que el ancla llega el fondo, se debe comenzar a retroceder, mientras damos cadena (o cabo), hasta la marca que hayamos seleccionado según los cálculos ’de marino experimentado’. La velocidad de esa marcha atrás no debe superar los 2 nudos, porque hará saltar el ancla, y por supuesto el motor deberá estar en punto muerto cuando la hagamos firme, para que sea la estropada (inercia) y no el motor el que haya que detener.
Siempre es bueno frenar suavemente la cadena o cabo para darle tiempo al ancla a que penetre el fondo y no empiece a saltar. Eso puede hacerse con el embrague del malacate o, si se hace firme el cabo en una cornamusa, dándole una vuelta y dejando que corra un poco con la presión antes de hacerlo firme del todo.
Una vez que el ancla se prende bien del fondo podemos probarla con un poco de marcha atrás.
FONDEANDO A VELA
A vela puede usarse la misma técnica si hay buen viento o corriente que hagan retroceder el barco con la inercia suficiente como para que el ancla se prenda. Pero si no lo hay, es mejor acercarse al fondeadero elegido con viento en popa, al revés de cómo presentan los demás barcos, con poca vela para que no camine más de 2 nudos, y largar el ancla. Luego orzamos un poquito para que la cadena no raye la banda y cuando hayamos dado el cabo suficiente lo hacemos firme suavemente, para que el ancla no salte, y con todo el timón a orzar. El ancla se enterrará bien y el barco presentará al viento al instante.
COMO SABER SI GARREA
La primera indicación sobre si agarró bien el ancla o si está garreando se percibe tocando la cadena o cabo, que transmitirá vibraciones o tirones si el ancla está saltando por el fondo. Si eso sucede conviene darle más cabo de inmediato para ayudarla a que agarre. Si complica tener tanto cabo, se puede recoger unos metros después de que el ancla prenda bien, hasta un mínimo de 3 veces la famosa distancia.
Luego, la referencia de los barcos vecinos ayudará a ver si se está garreando, particularmente si hay uno a popa, que cada vez está más cerca. Difícilmente el vecino esté garreando para adelante…
Pero atención: los barcos vecinos pueden resultar engañosos si el viento está oscilante y todos bornean.
El método clásico, y más recomendable, es tomar una enfilada. Es decir, algún objeto en tierra que se alinee con otro más lejano, cuando se mira desde el mismo lugar a bordo. Si cuando se vuelve a mirar esos objetos ya no están enfilados y el objeto cercano está más a proa, es porque nuestro barco se fue para atrás…
También hay ayudas electrónicas, en el ecosonda y el GPS, que suelen tener alarmas de garreo. Son muy útiles para pasar la noche fondeados.
Y, una pista interesante: también es útil escuchar a las mujeres, cuyo instinto de supervivencia y de desconfiar de la habilidad de sus maridos hacen que siempre detecten el garreo. La recomendación de Navegar, sería una respuesta de este tipo: “No, querida, está perfectamente agarrado, te pareció porque borneamos”. Y, disimuladamente, le damos unos metros más de cabo… ¡A ver si deja de garrear de una vez por todas!
LEVANTANDO EL ANCLA
Para esto la técnica es más sencilla. Salvo que se trate de un navegante solitario, se pide a un tripulante que se pare en proa e indique con los brazos hacia dónde está la cadena o el cabo, así el barco se va acercando a ella a motor, mientras se va recogiendo. Justo sobre el ancla, y con el cabo o cadena bien recogido, se hace firme y se da un toquecito avante para desprender el ancla y terminar de recogerla.
A vela es un poco más complicado si está muy agarrada, porque puede ser necesario hacer un par de bordos hasta llegar encima del ancla, recogiendo rápidamente y haciéndola firme para desprenderla con la estropada.
FONDEANDO PROA Y POPA
Fondear de proa y popa es una técnica empleada en lugares donde no hay espacio para bornear, como en ríos angostos por ejemplo, pero también se usa frecuentemente para acercarse lo más posible a una costa, como por ejemplo, la playa Honda en Isla de Gorriti.
El ancla ideal para estas aplicaciones es la de aluminio de tipo Danforth, por lo liviana y su gran superficie. Es importante darle a ambas anclas una cantidad de cabo más que suficiente, ya que no habrá margen para darle más si llegara a garrear.
Para las lanchas que quieren acercarse a la playa lo más posible, el consejo de Navegar es fondear por popa y arrimar la proa a la arena, embicándola o dejándola muy cerca, en lugar de hacer al revés como hace la mayoría en Gorriti, que arriesgan dañar la hélice o a quienes se acerquen a ella al bajar o subir.
FONDEANDO CON TEMPORAL
Nadie desea estar expuesto a un temporal fuera de puerto, y con una costa a sotavento, pero puede llegara a pasar y se debe estar preparado para soportar esa situación sin daños.
Lo primero es fondear con toda la cadena y cabo posible, para permitir un mejor agarre del ancla y compensar el cabeceo en las olas.
Si se usa todo cadena, es imprescindible amortiguar los tirones con uno o 2 cabos como se explicó anteriormente, y además no dejar que sea el malacate el que soporte los tirones sino las cornamusas, o incluso el palo mayor en los veleros en situaciones extremas.
Debemos además proteger esos cabos del rozamiento, envolviéndolos en trapos o con mangueras cortadas, en todos los lugares en que rocen.
Para mayor seguridad, es mejor fondear una segunda ancla “a barbas de gato”, a la misma distancia que la principal y formando un ángulo de unos 45 grados.
OTROS USOS DEL ANCLA
Para salir de una varadura:
Este es un recurso fundamental que todos los navegantes deben conocer, porque tarde o temprano pasarán por la incómoda situación de estar varados. Al tocar el fondo lo primero que debe intentarse es retroceder por el camino que llevó a la varadura, sin especular con otros rumbos. Pero si la fuerza del motor no es suficiente hay que actuar rápido llevando un ancla lo más lejos posible, por donde se venía, fondearla y luego que agarre usar malacate, molinetes o lo que haya a mano para salir de la varadura antes de que baje más la marea, si se cumple la ‘ley de Murphy’ y la varadura ocurre con marea bajando. Si no hay un bote a disposición, se puede amarrar el ancla a una defensa y llevarla nadando, si es con patas de rana mejor.
Para separarnos de un muro en que se esté amarrado de banda:
También es muy útil el ancla para esta situación, amarrada a una cornamusa en la mitad de la banda. Mantiene al barco alejado del muro, tema importante si el viento aprieta. Y cuando llega la hora de irse, ayuda muchísimo para separar el barco antes de girar y recogerla, sin riesgo alguno.